Las primeras monedas de esta zona se acuñaron en Iliberri a finales del siglo III a.C., ciudad que estaba ubicaba en el terreno que ocupa el actual barrio del Albaicín. En tiempos visigodos se reanudaron las acuñaciones, desde el reinado de Recaredo I hasta el de Witiza (586-702). Con la toma de Granada en 1492 se plantea la creación de una casa de moneda en la ciudad. Motivado seguramente por la necesidad de acuñar moneda para hacer frente a los pagos y el deseo de evidenciar la incorporación del reino de Granada a la corona castellana.
La concesión de oficios de la Casa de la Moneda de Granada con fecha 20, 21 y 23 de febrero de 1492, evidencian que su fundación tendría lugar con anterioridad a esa fecha. En ese momento las seis casas de moneda oficiales se convirtieron en siete. Pero no es hasta el año 1497, coincidiendo con la Pragmática de Medina del Campo, cuando la ceca inicia su etapa de pleno funcionamiento.
La ceca se instaló en un edificio conocido como el Maristán, construido por Mohamed V entre 1365 y 1367. Había sido un hospital para enfermos mentales; tenía un gran patio alargado con dos pisos de galerías sobre pilares y, además, en los cuatro lados, salas también alargadas. En el centro del patio había una fuente con dos leones que vertían agua sobre una alberca.
La transformación del edificio en el siglo XV como Casa de la Moneda conllevó, entre otras remodelaciones, la creación de una estancia denominada Sala del Tesoro. Estaba en el piso superior, tenía varios cuartos cerrados donde se guardaban los cospeles, la moneda acuñada, las pesas patrón y la balanza. En el piso de abajo estaban las hornazas, la sala de acuñación, la fundición y otra sala «donde se recuece y da color a la moneda», es decir, que las instalaciones del recocido y del blanqueado eran las mismas.
El funcionamiento de la Casa de la Moneda se correspondía con el resto de las cecas existentes, aunque la peculiaridad de Granada, ciudad mudéjar, le proporcionaba un carácter ciertamente particular. La falta de cristianos viejos que conociesen el oficio de labra de moneda, así como el aprovechamiento y continuidad de una larga experiencia son causas suficientes para justificar que los oficios de monedero, e incluso alguno de los oficiales, fuese desempeñado por moriscos. Esta situación mantiene vigencia legal hasta 1512, año que por Real Cédula de 10 de noviembre se dispone que ningún nuevamente convertido de moro o judío pueda desarrollar la función de monedero u oficial de la Casa de la Moneda. Tal disposición, si bien mantiene su carácter legal, no tuvo aplicación práctica inmediata, pues, de hecho, los moriscos continúan sirviendo estos oficios, como así se reconoce en una Real Cédula de 1541.
La Ceca empieza sus acuñaciones en cobre en valores de blanca, 2 y 4 maravedís; en plata labra casi toda la gama de módulos: 1/8, 1/4, 1/2, 1, 2 y 4 reales; y en oro el medio excelente, el excelente sencillo y el doble excelente. A partir de 1600 comienza el declive de las labores de plata y oro, acuñando en su lugar grandes cantidades de moneda de cobre y vellón. A partir de 1661, la ceca es mecanizada con ruedas hidráulicas, copiando las que tenía la Ceca segoviana desde 1585. Se ubican en la parte del edificio que da al río y los restos del puente árabe.
La Ceca granadina también participa en el resellado de la moneda de cobre durante el reinado de Felipe IV. La última moneda lleva la fecha de 1685, esta debió de ser la última vez que funcionó la casa de Granada, aunque en 1688 se autorizó al tesorero a labrar plata y cobre, lo que no quiere decir que efectivamente lo hiciera. La ceca debió de desmontarse a finales del siglo XVII o principios del XVIII.